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La campiña se despierta. Ladridos de perros, gallinas picoteando y gallos despertadores se mezclan con la aureola anaranjada que anuncia al sol entre las montañas guardianas de ligeros valles. Pero desde antes, hombres prestos de manos hábiles, surcan los potreros y trillos en sombras, mientras su melosa voz da voces al ganado que se acarrea en el corral donde, con sabiduría campesina, el peón extrae la nutritiva leche de la vaca.
Así se repite una jornada tras otra hasta convertirse en rutina, para ellos no existe día feriado ni fin de semana. La atención a las reses es perenne, comenzando por su alimentación hasta la salud es algo que no admite descuido, de ello depende el rendimiento y calidad.
Desde hace años Eduardo Pérez cría ganado para producir leche, a pesar que
Pero el empeño en franquear las dificultades materiales en estos días es motivo de agradecimiento por parte de vecinos, pues sus niños, ancianos y enfermos reciben diariamente el litro de leche que anteriormente se le suministraba en polvo.
Eduardo nos comenta que hace mucho tiempo sus compañeros cooperativistas dirigían la leche hacia la bodega, aunque no toda, debido a que no se estimulaba el cruzamiento o el precio era aún insuficiente. Además existía déficit de recursos para potenciar la ganadería y el hurto afectaba a muchos en el área. Quizás por esta situación, sin olvidar los efectos de la sequía, de los 74 mil
A pesar de los obstáculos y en contra de lo que algunos pensaron perdido, hoy, el panorama es muy distinto. Cada vez son más los interesados en criar vacas y vender su producción alentado por el importe monetario y la necesidad de ahorrarle divisas al país que debía comprar en el exterior a más de cinco mil dólares la tonelada y luego venderla subsidiada a los grupos sociales que la requerían.
La tienda “El cubano” en el Caró, acoge diariamente
“El rendimiento está condicionado por el alimento y la raza. En mis dos caballerías combino el pasto con la caña y la sal, cuando la tengo, eso facilita una atención diferenciada y por tanto, incrementa el promedio por vaca”.
Cerca de
Si usted anda por estos lugares a orillas del río San Miguel, tendrá la posibilidad de disfrutar de pintorescos paisajes y casi seguro, si aguza el oído, escuchará los nombres que dos ganaderos utilizan para arrear sus animales. “Ven Galleguita, dale Sebatiana;