Por Rubicel González
Nadie puede subestimar la influencia de los medios en la conformación de hábitos y estados de opinión. A su vez, cada mensaje está diseñado especialmente con una ideología determinada para respectivos receptores. Cuba, durante más de cuatro décadas, ha soportado y vencido el constante hostigamiento de la prensa parcializada y pirata que sucumbe, retorcida en odio, ante la fuerza y lo contundente de nuestras ideas.
Hoy, para el mundo moderno casi nada escapa al conocimiento, las distancias se acortan y lo propio ya es universal; mientras lo ajeno se comparte como nuestro. La manera de comunicarnos sobrepasó la lengua oral y toda una generación de símbolos amenaza romper las barreras de culturas equidistantes para convertirse en el ente que las une por contenido y finalidad.
Sin embargo, sucesos todavía son condenados por la mentira, la censura o las “verdades convenientes” según intereses de sus amos emisores.Cada vez se utilizan más las campañas de manipulación o tergiversación, a veces por encima de leyes, para enajenar una mayor cantidad de público en calidad de que este funcione como depósito de subjetividades, encadenados a la tv basura, los reality show o second life, por citar algunos de la farándula actual.Así, acontecimientos importantes se pierden en titulares tendenciosos o simplemente quedan desplazados por la selección de temas, porque a fin de cuentas, es un mass media quien aplica el filtro de lo “bueno” y lo “malo”; a la par que su contenido ideológico es el método para que nuestras ideas queden anuladas como una vacuna dirigida a estrangular algún “contagio sospechoso” de naturaleza transformadora.
Desde el triunfo de la revolución cubana, el gobierno de los Estados Unidos ha buscado diferentes vías para derrocar nuestro sistema socialista implementando planes de agresión militar o campañas difamatorias. Los medios han sido un arma de doble filo en la guerra abierta contra el pueblo cubano y sus principales dirigentes.
No por gusto una de las primeras misiones de la CIA fue la operación “Sinsonte”, dirigida a reclutar agencias de noticias y a periodistas que pudiesen realizar labores de propaganda. Unas 25 organizaciones y 400 reporteros se convertirían en un recurso importantísimo para los fines de la agencia. Según Philip Agee, ex oficial de la CIA, los corresponsales recibían un sueldo y materiales periodísticos para sus publicaciones.La programación de las estaciones creadas para atacar a Cuba después de 1959 llamaban a la subversión, el magnicidio, la violencia y el desacato a las leyes de la Isla. Radio Swan, por ejemplo, tuvo participación directa en varias falacias sobre propósitos secretos del gobierno revolucionario, la operación Peter Pan y la invasión por Playa Girón.
Cuba, además de soportar agresiones políticas y terroristas recibe una constante oleada de transmisiones piratas que violan descaradamente el espacio radioelectrónico del país, lista encabezada por radio y tv Martí. No solo desde los Estados Unidos llega el veneno de la mentira, sino que otras naciones del planeta la apoyan directa o indirectamente.Aquí tienen un papel protagónico las organizaciones contrarrevolucionarias como patrocinadoras de 43 radiodifusoras, de unas 123 en total, que transmiten hacia Cuba 2 mil 236 horas semanales.
Conjuntamente a las agresiones radiales surge TV Martí en mayo de 1986 como una nueva forma de penetración en la Mayor de las Antillas. A lo largo de dos décadas de infructuosa finalidad, se ha utilizado para transmitir la señal hacia Cuba, barcos, aviones y globos cautivos en deliberada violación de varios tratados internacionales como el de telecomunicaciones. Una muestra del apoyo brindado por el gobierno norteamericano, son los 36 millones que el congreso destinó en el año fiscal 2007 para financiar emisiones radiotelevisadas hacia Cuba.Por eso, nada extraño es para los cubanos el papel subversivo de la CNN, TVE y otras cadenas transnacionales. A la lista se le suman cientos de emisoras radiales, canales de televisión, diarios, revistas y otras publicaciones en Internet.
De ahí la importancia de nuestro periodismo, que ganó su primera batalla ideológica con la prensa interna recién comenzada la Revolución. Su esencia no puede ser otra que educar, orientar y defender el legado histórico, la identidad nacional, y toda la riqueza política e ideológica acumuladas durante años y en la cual se sustentan los principios de nuestro proyecto social.
No sólo se desmiente la propaganda del enemigo en cuanto a lo que sucede en el país, también se contribuye a desenmascarar al imperio ante el mundo, denunciar su modo consumista, su práctica depredadora del hombre y las injusticias cometidas contra los más débiles y menos preparados.
Defendemos los derechos de igualdad y soberanía de los pueblos, su determinación y sueños de construir un mundo mejor para las futuras generaciones.Es, un medio de divulgar al orbe la obra de nuestra revolución desde los espacios propios y con los verdaderos protagonistas; no se convierte en herramienta para enajenar mentalidades, ni promover bienes personales de un pragmático burgués asentado sobre la propiedad del pueblo. Nuestro periodismo, demanda las relaciones humanas como centro del intercambio con el otro, promueve la solidaridad y el internacionalismo como vías pacíficas al desarrollo económico y social.
Esa misma fuerza, la de las ideas, combate al imperialismo dentro y fuera de nuestro territorio nacional, se hace eco de los verdaderos derechos humanos, la estabilidad mundial y el desarrollo sustentable. Está presente en las victorias contra el bloqueo en Naciones Unidas, en la solidaridad de otros pueblos y en la unidad de los cubanos.
Esa misma fuerza, la de las ideas, combate al imperialismo dentro y fuera de nuestro territorio nacional, se hace eco de los verdaderos derechos humanos, la estabilidad mundial y el desarrollo sustentable. Está presente en las victorias contra el bloqueo en Naciones Unidas, en la solidaridad de otros pueblos y en la unidad de los cubanos.
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