Por Rubicel González
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“El lunes por la mañana cuando llegamos aquí, todo estaba fuera de lugar. Era un tumulto de ramas, falso techo, ventanales desprendidos y cristales rotos; obra de Ike.” Así lo describió uno de los trabajadores del Instituto Preuniversitario de Ciencias Exactas, José Martí Pérez, que pasado el Huracán se sumó a las primeras misiones de recuperación y atención a los evacuados, como ya habían iniciado desde el domingo, 78 de sus compañeros.
La fuerza de los vientos, con mayor potencia en los pisos superiores, arrancó una buena parte de la carpintería en dormitorios, solo en seis de ellos, casi el 60 por ciento quedó tirado en el piso. Aulas y otros locales como la sala de historia, el salón de reuniones y los laboratorios de computación e idioma, sufrieron además daños en la cristalería; no así los medios técnicos y la base material de estudio, debido al provisorio traslado hacia lugares a buen resguardo.
Asimismo, cerca de mil 200 metros cuadrados de impermeabilizante se desprendió en el techo del edificio central y el centro de elaboración. Una parte de este ya fue utilizado para reparar la cubierta en la nave de ovejera y cochiquera, y la otra se le facilita a los 40 trabajadores cuyas viviendas sucumbieron, parcial o completamente, ante el ciclón.
Luego del retorno de los estudiantes el sábado a sus hogares, la escuela se enfrentó a otra movilización masiva 24 horas después con el arribo de 2 mil 896 evacuados, aún cuando el viento y la lluvia arreciaban cerca del anochecer. “Tuvimos que utilizar 32 dormitorios y 36 aulas para albergar mujeres, niños, ancianos y hombres que procedían de Cacocum, Urbano Noris, Maceo y Cristino Naranjo. Todos los recursos que la escuela poseía, desde alimentos hasta sus vehículos fueron puestos a disposición de estas personas.
Especial reconocimiento merece la actitud de los compañeros que en pleno azote de Ike, no titubearon para socorrer las 40 personas que se encontraban en el anfiteatro, una vez que sus inmensos ventanales se derribaron. Por convicciones así es que nadie salió lastimado”, puntualizó Ernesto Hernández Quevedo, director general del centro escolar.
A 19 días del paso por tierras holguineras de un gigante leñador, el panorama en la conocida popularmente como “vocacional”, es distinta al lunes 8 de septiembre. “La escuela se recuperó rápido, a tal punto que el miércoles 17, recibimos los mil 621 estudiantes que tenemos como matrícula. Acondicionamos aulas para el laboratorio de computación y todos los ventanales en dormitorios están reparados utilizando los mismos materiales que antes teníamos”, acotó Hernández Quevedo.
Sin dudas Ike quedará en el recuerdo de quienes lo vivieron o atestiguaron su destrucción, pero ante todo, de quienes hacen desde su humilde puesto, la magia de la recuperación, la solidaridad y el increíble poder de no perder el ánimo.
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