lunes, 12 de febrero de 2007

Holgín: Ciudad de los Parques


Por Rubicel González
rubicel@ahora.cu
La ciudad de Holguín, luce con orgullo su apelativo desde tiempos lejanos, cuando el origen y posterior desarrollo de sus plazas la hicieran convertirse en “La Ciudad de los Parques”, no solo por la disposición de estos y su importancia o funcionamiento, sino también su cantidad y la tradición de construirlos en los barrios como algo identitario de la comunidad.
Quizás nunca imaginó la familia García Holguín, primeros pobladores de esta zona, que la urbe tomase el nombre de su apellido, y mucho menos que se le denominase por antonomasia como un espacio adornado con bancos. Transcurrieron casi dos siglos para que el hato de Holguín, asentado desde 1545, obtuviera el título de ciudad, acontecimiento que marcara el inicio de un incipiente desarrollo de la economía y la arquitectura.
A partir de entonces, en el siglo XVIII, comienzan a construirse plazas paralelamente, con diferentes usos y propósitos, situadas entre dos calles de norte a sur, San Isidoro y San Miguel (hoy Libertad y Maceo), ejes del futuro crecimiento urbano y principales arterias en la actualidad.
No es extraño que el pueblo se expandiera en esa dirección, pues a ambos lados (este-oeste) corrían los ríos “Marañón” y “Jigue”, que frenaban el crecimiento hacia esos extremos.
La primera en ver la luz, fue la plaza Parroquial, levantada junto a la iglesia San Isidoro, santo protector que dio su nombre al poblado. Más tarde se le llamó Julio Grave de Peralta, en honor al Mayor General holguinero del ejército Mambí.
No obstante, el pueblo la bautizó como “Parque de las Flores”, costumbre resaltada con la venta diaria de especies florísticas en los corredores circundantes. Tradición rescatada hoy, en una de sus populosas esquinas, y alentada con ferias el día de las madres y fines de año. Este hecho, unido a la reciente construcción de la “Glorieta” y el mural “Orígenes”, brinda al parque un sello particular, de indiscutible atracción histórica y cultural.
La Plaza de Armas, edificada en 1720, como el nombre hace referencia, estaba relacionada con las actividades militares españolas, y otras vinculadas a operaciones de recreación y mercado. Después de 1898, se le proporcionó el nombre de Calixto García, como homenaje al destacado patriota, que enorgulleció a Holguín con su participación en las tres guerras de independencia contra España. El mismo, ha devenido como principal atracción de esparcimiento citadino por su amplitud y belleza, considerado el corazón de la ciudad que lo convierte en una importante plaza cultural en las Ferias del Libro, Las Romerías de Mayo, y otros eventos de carácter deportivo y patriótico.
Más tarde, en 1752, nacía la plaza Nueva o San Francisco, denominada así por la edificación que se construiría por esa Orden, y que en el siglo XIX se materializó con la aparición de la Iglesia San José, suceso que acuñó el nombre a la plaza y en donde radicó provisionalmente el mercado. Después del triunfo de la revolución, se le adjudicó el nombre de Carlos Manuel de Céspedes; sin embargo, el habla popular lo sigue reconociendo como parque San José, escenario protagonista hoy, de las jornadas de la Fiesta Iberoamericana que cada año se realiza a finales del mes de octubre.
En el lugar donde estuviera enclavado el primer hospital holguinero, fundado en 1849, se creaba otra plaza. Este, con su patio, sirvió para que más tarde, en 1915, se erigiera el parque Martí o Victoria como se conoce en estos momentos. Remozado y embellecido con áreas verdes y murales por el proyecto Imagen ha servido de escenario para diversas actividades patrióticas y juveniles.
La plaza llamada Mantilla, se hizo realidad en 1883. En este espacio las tropas españolas realizaban prácticas y se recreaban. Luego, con la intervención norteamericana, el lugar fue utilizado como establo, cuyas ruinas se convirtieron en el objeto de juegos infantiles. De esta forma, poco a poco, el lugar se le fue conociendo con este nombre, hasta que en 1953 se edificó el parque para el disfrute de los niños. Con el triunfo de la Revolución, adoptó el nombre de Rubén Bravo, combatiente clandestino y víctima de la tiranía de Fulgencio Batista. Actualmente, se le sigue llamando Parque Infantil, espacio perfecto para el esparcimiento de los más pequeños y de plática por jóvenes y adultos como si en sus bancos planearan ascender a La Loma de la Cruz.
Con la apertura de los tres primeros tramos del bulevar, se ha enlazado el Parque de las Flores y Calixto García, naciendo nuevos comercios, centros nocturnos y gastronómicos; haciendo más atractivo el entorno y variada las ofertas recreativas o culturales. Esta obra, que se planea continúe hasta el parque San José, afianzará más la popularidad y trascendencia de Holguín como dueña del título que la historia y la gente le ha otorgado.

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