viernes, 8 de enero de 2010

Mercaderes del cuerpo humano


Por Rubicel González
rubicel@ahora.cu
En la larga evolución biológica y social del hombre sabemos de sobrados ejemplos de lo irracional de muchas acciones engendradas por él. Al frente de los animales del planeta, precisamente por su inteligencia; interactuó con la naturaleza e hizo de esta la principal fuente de sustento para sus necesidades y nacientes ambiciones.
Con el tiempo, individuos de su misma especie se convirtieron en objeto de sometimiento. Arrebató, conquistó, esclavizó y compró lo que algunos humanos podían darle gratuitamente o a un ínfimo costo: bienestar y poder. En pleno siglo XXI es el responsable de diferencias étnicas, guerras, epidemias, pobreza y vanalidad.
Continua negociando la fuerza de trabajo, absorbe los cerebros mejores dotados, justifica el genocidio, aplaca sus ansias de placer a costa de necesidades de terceros, enajena el pensar y destruye el medio ambiente. Son prácticas del primer mundo exportadas a los países subdesarrollados que llevan entronizado el individualismo que pulula en sociedades de consumo.
Estas se valen de mensajes sublimizares donde se fabrica la vida idónea, la fórmula del éxito total, que generalmente es ficticia o espantosa en sus matices verdaderos. Otros, recurren al existencialismo o la muerte como escape a las frustraciones de la subsistencia en un mundo intolerante.
¿Hasta dónde el hombre sería capaz de denigrarse a sí mismo? ¿Existe límite entre civilización y barbarie? Interrogantes como estas nos conmueven, sobre todo porque poseen escalofriante realidad en estos tiempos: el ser humano está a la venta. No solo es el fundamento por qué existe el mercado y su virtual valor, ni por las utilidades o servicios que genera, sino porque físicamente, en los componentes biológicos, es una mercancía publicitada y cotizada a veces con toda normalidad.
En ese amplio negocio subterráneo, subsiste el tráfico de órganos, proceso ilegal y antihumano que numerosas personas en el mundo toman como salida a los problemas de trasplante. Eso en el caso de receptores, quienes pagan altas sumas por órganos sanos y realizan lo que se conoce como “turismo de trasplante”.
Para los donantes el motivo de prescindir de una parte de su cuerpo, se basa en la pobreza, las ansias de un futuro mejor, saldar deudas o pagarse los placeres de la vida. A este grupo de personas, se les nombra donantes comerciales vivos, y acceden al negocio voluntariamente. Son los causantes del 10 por ciento de los trasplantes realizados en todo el mundo, según afirma la Organización Mundial de la Salud(OMS).
Pero otros no tienen igual destino, puesto que se registran denuncias de clínicas ilícitas que utilizan cadáveres, sin los requisitos para el trasplante. Algunos, inclusive son secuestrados con estos fines. Estudios realizados por la OMS identifica que los países de mayor presencia de donantes comerciales son tercermundistas, como Egipto, India, Pakistán, Filipinas y algunos latinoamericanos. Generalmente son hombres adultos, jóvenes y con buenas condiciones de salud.
Internet tampoco escapa a esta morbosa relación de oferta-demanda. Varias páginas albergan la venta de alguna de las partes del cuerpo humano, donde sus propietarios proponen precio, aseguran seriedad y fortaleza y hasta los motivos de por qué deshacerse de ello. Este, por ejemplo, publicado en www.campusanuncios.com dice “por problemas económicos vendo médula espinal. Persona sana, masculino, 38 años, sin ningún vicio” y a continuación su correo electrónico.
Los costos son exorbitantes, no solo del órgano sino todavía más de la operación quirúrgica. Un corazón podría cotizarse entre 25 mil y 30 mil dólares en Europa y su reemplazo otros 204 mil dólares. Sin embargo, el mercadeo humano comprende también células y tejidos; desde la piel y cabello hasta óvulos y espermatozoides. En su propuesta audiovisual, ¿Y tu cuánto cuestas?, el realizador mexicano Olallo Rubio, tasa el valor biológico de nuestro cuerpo en más de 45 millones de dólares.
Personas, organismos y leyes se levantan en todo el mundo para condenar el tráfico ilegal de órganos y regular el proceso de trasplante. Pero muy a pesar de los 10 principios rectores emitidos por la OMS sobre el tema, donantes, traficantes y postores continúan un negocio que cuestiona lo civilizado del género humano.

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