jueves, 28 de julio de 2011

Guajiro de Campana

Por Rubicel González
rubicel@ahora.cu
Montado sobre “pepe”, su noble corcel, cada mañana cabalga suavemente el kilómetro que lo separa de los potreros. No ensilla la “bestia”, para él es suficiente con el basto y los pies bien aferrados a los ijares del animal. Delante, acarrea al rebaño vacuno y ovino que manifiestan entre berridos y jugueteos, buena salud.
Es más de las siete pero hace cuatro horas que Douglas Bolaño calzó las botas de trabajo y hasta la noche, el cuerpo no encontrará sosiego. “Así son mis días cotidianos. Apenas me aseo lo primero es ordeñar las vacas. Después muevo el ganado y le doy de comer a los cerdos. Cada semana se repite. No hay descanso, así es el trabajo del campo”, confiesa, como si 34 años bastara para resumir esta profesión prehistórica.
Desde niño fumó tabaco como si fuera un “güije” del monte, aunque con la madurez, prefirió el cigarro. Sin embargo a horas tempranas es raro vérsele con el pitillo en la boca, en esos instantes como costumbre, se queda lelo, comiéndose las uñas mientras los animales engullen. Luego, se acerca y observa el puerco sin apetito. Analiza la escreta. Construye un diagnóstico.
“A los 12 años comprendí que el campo sería mi futuro. Siempre tuve esa vocación. Muy joven, apenas concluida la enseñanza primaria, me puse a ayudar en la CPA 17 de Mayo. Ahí aprendí a desyerbar, sembrar y ordeñar vacas.
“Años más tarde, formé parte oficial de la CPA, donde alcancé la condición Vanguardia Nacional tres veces consecutivas. Estar al lado de personas con experiencia propia en la agricultura me enseñó a hacer las cosas, darle al trabajo el verdadero sentido, conocer los secretos de esta difícil ocupación y sacar el máximo de la tierra”.
Él sabe lo que es “romper el cuero” bajo el sol, pues luego del 17 de noviembre del 2008, cuando estuvo entre los primeros 50 usufructuarios de la provincia, tuvo que fajarse duro con las 11, 68 hectáreas y la madre natura. “Al inicio todo estaba perdido en manigua pues allí no se trabajaba desde décadas. Necesité dar dura hacha y picachón para arrancar los troncos de zarza y yúa. Fue preciso transformar los mayales viejos en cercas nuevas”.
En dos años y medio Douglas ha entregado más de 20 mil litros de leche, tres veces carneros y un estable convenio porcino, estos resultados lo sitúan entre los usufructuarios más destacados del municipio Holguín. “Cuando inicié contaba con cinco vacas y un caballo. Luego incrementé el ganado mayor, empecé a criar ovejos y mantuve también el convenio porcino de preceba.
“Ahora poseo 32 reces, de ellas 10 vacas y 15 toros de ceba, recién traídos. Entre 12 y 15 meses, estos deben estar listos para venderse con promedio de mil libras cada uno. Con ese propósito siembro algunas variedades de cultivos varios que me sirven para autoconsumo y alimentación animal.
“Tengo yuca, boniato, tres hectáreas de maiz intercalada con calabaza y cinco hectáreas de caña. Aveces también vendo excedentes a acopio como el año pasado que entregué 40 quintales. Al finalizar el 2011 pienso arribar a 10 toneladas de carne porcina y unos 40 ovejos entregados”, dice con timidez.
Con natural modestia reconoce que su éxito radica solo en una cosa: “dedicarse al trabajo de campana a campana, no hay otra fórmula. Hay mucho que estudiar en agronomía pero particularmente, creo que ponerle amor a todo lo que se haga, es la clave, como dice el dicho 'el ojo del amo engorda al caballo'”.
A este hombre que apenas bebe, le gusta el rodeo y vestir sombrero de paño con botines, de ahí que las películas con este estilo o las de corridas de toro, le prendan la imaginación. Por eso también le encanta la música mexicana, aunque rara vez se le escuche silbar siquiera... decisión es lo que le sobra.
“Mucha gente pensó que no aguantaría, sin embargo aquí estoy en medio de la lucha para echar pa'lante todo el tiempo. Me siento contento con lo que he logrado pero no satisfecho, pues para el futuro aspiro incrementar la crianza y me den más tierras para cebar hasta 60 toros. En el 2012 tendré 14 vacas paridas por lo que la producción debe subir a 90 o 100 litros diarios”.
Para sus compañeros y vecinos, Douglas es una gente excepcional por los resultados que ha logrado en tan poco tiempo con su familia. Su inclinación por la agricultura es un ejemplo en su casa, pues contagió a su esposa, desde hace poco, también usufructuaria. Lazarito, su niño de 9 años siente interés por imitar al padre, ya a esa edad junta el ganado y atiende, solo, 12 chivos.
Tanto para la crianza del ganado ovino como porcino tiene en planes sembrar millo y sorjo, planta que puede dar tres cortes en secano. De igual manera traza incursionar en el girasol y sembrar maiz escalonadamente cada vez que llueva “porque posee excelentes propiedades. Hecho zacharina cuando aún no alcanza su madurez, es buenísimo para la res, ligado con pienso se usa en los cerdos. Es mejor maiz que forraje. Espero la empresa agropecuaria de Holguín me venda la máquina para moler y el sistema de riego”, enfatiza.
Las ultimas lluvias deben tener bien ocupado al joven agricultor que, entre siembra y limpia de malezas, quisiera alargar más las horas del día. Una vez en casa, no queda tiempo para las musarañas, si acaso para el recuento de las faenas venideras. Al día siguiente, con la misma cabalgadura y su pausado andar, animales y hombre regresan al campo para sonar la campana del trabajo diario.

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