lunes, 16 de junio de 2008

Una pradera en la Meseta

Por Rubicel González
rub
icel@ahora.cu
Para el buen curioso o amante de la natura
leza, recorrer 30 kilómetros desde Mayarí hasta la Meseta de Pinares, es una experiencia única muy a pesar de lo sinuoso del trayecto. Una vez arriba, el paisaje se descubre imponente y un soplo de aire fresco aminora la temperatura sofocante del verano. Caminos y senderos permanecen teñidos de ocre, como si fueran líneas trazadas en un dibujo dominado por el verde oscuro, y a retazos, el color esmeralda. Es un territorio rico en mineral y biodiversidad; hogar de criaturas autóctonas y exóticas.

Aquí se encuentra el Parque Nacional La Mensura, con una extensión de 5 mil 315 hectáreas. Los proyectos que allí se implementan anualmente ayudan a conservar los ecosistemas, agredidos sobre todo, por eventos climatológicos e incendios forestales. En su territorio se levanta majestuosa la máxima elevación de la Meseta con 995 metros sobre el nivel del mar, y quien le da nombre al Parque.

Sus faldas atesoran 293 especies endémicas de la flora de Cuba y 67 de ellas, exclusivas del área. La más representativa, es la Pispalantus Nipensus, planta amenazada de extinción cuyo género solo habita en la ladera sur-sureste, único lugar en Cuba.

Pero estos atractivos no permanecen ajenos a otros encantos. Cultura e historia, tienen un toque especial en estos parajes. Los secretos del pilón y el café hecho en colador, junto a las cabañas de madera, son opciones para compartir y llevarse aprisionadas en fotografías.

La loma de Maceo o Mangos de Maceo como igualmente se conoce, lugar donde acampó el Titán de Bronce en la lucha independentista; dice mucho de aquellas gestas heroicas. La Cueva de la Imprenta, es otro atractivo natural e histórico. Este sitio vio imprimirse por vez primera al periódico “Cubano Libre”, defensor de la causa mambisa.

Muy cerca del parque y su montaña insigne, un terreno atesora algo inusual por estas latitudes. Bautizada con el adjetivo que identifica los animales, hace 30 años sus primeros habitantes extranjeros fundaron la finca Los Exóticos. Perteneciente a la Empresa Nacional de Flora y Fauna, allí se desarrollan y conservan cuatro especies de mamíferos, tres de ellos endémicos de esa misma cantidad de continentes.

En un área de 428 hectáreas donde se mezcla el bosque y las praderas de pasto ralo, viven más de 500 Gamos, 26 Antílopes Negros, dos Antílopes Nilga y 16 Wapitís. Este último, visto en Cuba solamente aquí.

Norge Torres Díaz, administrador de la Finca, explica que de aquellos primeros exóticos, solo perdura la cornamenta de la Cabra Barbaris y la Montés, puesto que no se adaptaron al clima, a pesar de una temperatura no tan agresiva con 23 grados centígrados como promedio.

Nos cuenta que el animal más viejo es un semental wapití de 12 años, celoso empedernido de sus competidores jóvenes. “Esta misma familia es susceptible al picazo de insectos, quienes en ocasiones provocan el gusano barrenador, de ahí la importancia del control biológico y el extremo cuidado con las crías”, comenta y prosigue. “Los Gamos son escurridizos para mostrar sus hijos, la madre pasta en un lado para despistar y esconde al joven en otra dirección; pero a mi no se me escapan porque conozco su picardía. Ninguna de estas especies se sacrifica o cazan, algunos de ellos se han donado al Zoológico Nacional y otras áreas en desarrollo como Cayo Saetía”.

Norge es del convencimiento, que la calidad y tiempo de vida de las especies está relacionada con la adecuada alimentación. De ahí que, como otros componentes de su dieta, se le suministra pienso, vitaminas, sal y conchas de ostión molidas para suplir la carencia de calcio; pues este mineral embellece y fortalece la cornamenta.

Otras especies también habitan la Finca, que no por ser más cotidianas dejan de causar encanto. La Yuraguana, por ejemplo, amenazada de extinción es abundante, así como el Ave Nacional: el Tocororo, y la Bijirita del Pinar, endémica de la Meseta. Los Frailecillos Silbadores, el Zunzún o Colibrí, el Pino Cubensis, el Cupey y un jardín natural de la Euforbia; flor que identifica a Holguín, son bellezas naturales admiradas por todos.

Desde el 2003 Los Exóticos posee toda una infraestructura que le permite el alojamiento para la celebración de eventos, el plan vacacional durante el verano, e incluso, el turismo internacional. En los primeros cuatro meses del año recibió más de 400 viajeros interesados en el ecoturismo. La lista de atractivos arranca con las cabalgatas y observación de animales, la piscina natural a menos de un kilómetro y el mirador, altura que domina a lo lejos hasta la Bahía de Nipe y Birán.

El papel educativo y de protección ambiental encuentra importante atención en el vínculo de las comunidades con la Finca utilizando proyectos que ayuden a crear conciencia ecológica y desarrollo sostenible. En estas actividades participan estudiantes de las cinco escuelas presentes en la Meseta.

Norge también se refirió, a la diversificación de crías que la unidad de Pinares, que administra el Parque, posee en funcionamiento. Se trabaja con un grupo de ganadería genética para producir carne con cinco clases: el Albendrín Rojo y el Negro, Charol, Crimosín y los dos únicos ejemplares Herford existentes en el país.

Asimismo, el componente forestal es objeto de aprovechamiento producto al tratamiento del bosque. Ello les permite utilizar estos recursos como insumos para el mantenimiento y conservación de los locales construidos con madera. Sus 16 obreros destilan humildad y responsabilidad por el trabajo, valores que sin los cuales no existirían los resultados que hoy ostenta la Finca, como la ampliación de 132 hectáreas para los exóticos.

La noche llega sin anunciarse y la Meseta queda sumergida como un gigante aletargado. La oscuridad nos sorprende cerca de un arrollo, o al lado de altos pinos quienes simulan con el viento el batir de las olas. Cuando el horizonte no se percibe, la pradera cobra vida agazapada entre sombras como si dos enormes brazos de bosque le dieran protección.

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