jueves, 22 de marzo de 2007

La manzana del entretenimiento

Por Rubicel González
Salvar la tierra de las amenazas de un mutante, proteger cierto poder secreto o conocer su verdadera identidad son los argumentos más conocidos de la serie televisiva “Power Ranger”, que por estos días se proyecta de seis a seis y treinta de la tarde por Cubavision, lunes, miércoles y viernes.
Para los más jóvenes de la casa, esta es una aventura sensacional, llena de efectos especiales convertidos en centro y atracción, donde los protagonistas quedan desplazados por el andamiaje deslumbrante de un show tecnológico. Criterios como “están escapaos”, “son lo máximo”, “eso es lo mejor que hay en la televisión”, entre otros, hacen fama a las aparatosas criaturas metálicas, vistosos trajes coloridos con gravados alusivos a animales o patrullas especiales, y armas fantásticas vistas solo en la “guerra de las galaxias”: sin lugar a dudas, para ellos, este debería ser el modelo de nuestros episodios.
La serie cobró vida en 1993, después de que un productor estadounidense visitara Japón, y comparara los derechos de autor. Está basada en el Tokusatsu, género de ciencia ficción popular en la nación asiática. A partir de ese año se modificó el argumento, los actores, sus nombres y por último el título actual. Muestra de la apropiación, gracias al mercado y la fuerza de los medios audiovisuales, de elementos de la cultura oriental llevados a occidente y reflejados además en “Godzilla” y “Ultraman”, producciones originarias de Asia.
Desde el pasado verano se empezaron a transmitir en Cuba varias temporadas iniciadas con “Fuerza Salvaje”, “Tormenta Ninja”, “Dino Trueno” y “Súper Patrulla Delta”, aunque en su sede The Walt Disney Company promociona “Fuerza Mística”, estrenada el año pasado y “Operación Sobrecarga” prevista a lanzar próximamente.
No es nuevo el hecho de que los juegos computarizados, la televisión y el cine influyen social y psicológicamente en la conducta de los niños y posterior desenvolvimiento de su personalidad. Algunos reportes afirman que el incremento de los ataques entre hermanos, amigos y de estudiantes a profesores, están motivados por la violencia en los filmes de acción y los patrones impuestos por sus “superhéroes” preferidos.
Por eso no es extraño que Stevie Long, un niño de Durham en Inglaterra, disfrazado con todos los atuendos de un Power Ranger, le hiciera frente a dos ladrones que pretendían irrumpir en su vivienda. Lo preocupante del suceso es que el pequeño héroe perdió el sentido de la realidad y la ficción, pues se cree convertido en Ranger; poder de la sugestión atizada con prolongadas horas de consumo virtual dañina para la salud mental y el equilibrio emocional.
Pero todo no termina ahí, como el objetivo de los medios es vender, también el marketing abarca la industria de los juguetes, el vestuario y otros objetos afines. Basta visitar la tienda especializada o navegar en Internet y hacer la solicitud del artículo deseado, para recibir el tiburón de Fuerza Salvaje por 12 euros, el video juego en DVD de Dino Trueno en 35 dólares, o la colección completa por nada más que 400 billetes verdes. Es un negocio próspero vendido como dulces, construye adictos y un modelo ficticio de actuar, lejos de los sueños que padres y niños desean conquistar en completa armonía con sus semejantes.
Resulta paradójico que esta sea una tendencia gradual en la Isla independientemente de la calidad de recientes creaciones nacionales, mientras la televisión brinda programas educativos que arraiguen valores y apuesten por la paz, la solidaridad y la diversidad cultural. Aunque muchos en el mundo continúen viendo el futuro a través de un “nintendo” e idiotizando el pensar de quienes tienen la responsabilidad lógica de hacerlo posible, está en nuestras manos señalar el camino de las nuevas generaciones a través del amor y la ética humana.

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