viernes, 13 de agosto de 2010

Inspiración y ejemplo


Por Rubicel González
rubicel@ahora.cu
Alrededor de las dos de la mañana un 13 de agosto de 1926, llegaba al mundo, con 12 libras de peso, un niño que cambiaría el futuro de Cuba. A esa hora del mismo día, pero el octogésimo cuarto año después, un grupo de jóvenes limaban el cansancio en un río semicrecido en las cercanías de Birán, tierra sagrada para la Patria. No eran más que 84 muchachos con miles de razones para celebrar este aniversario del Comandante.
Llegaron de seis municipios de la provincia con la mochila al hombro cantando o riendo pero con los pies en la tierra, conscientes de su época e historia. Apenas sin quitarse el polvo del camino se dirigieron a intercambiar con cederistas y federadas del poblado.
Allí Andrés Luis Varea no dejó de emocionarse al referirse a la salud del “Jefe”, su impronta, lo que significa para quienes aún no peinan canas como él. Maribel Batista, la presidenta de la FMC en Cueto, mostraba junto a vecinos, la exposición fotográfica sobre Fidel, con recortes de revistas y periódicos.
Lo vimos hecho pueblo con esa mirada que no cree en casualidades, que inspira y transmite esencias. Lo encontramos en varias de sus facetas: el político, el líder, el heroico, el pensador. Con esta suma de experiencias, hombres y mujeres de su tierra chica le rindieron una gala patriótica y cultural.
Justo a la medianoche, el trepidante Himno de Bayamo parecía regresar del pasado la gesta mambisa. Con cariño en los rostros la multitud cantó felicidades a quien, con sacrificio propio, nos ha dado tantas.
Ayer, antes que saliera el sol, varios de los jóvenes fueron los primeros en donar sangre, un gesto altruista, de la más grande nobleza que el Comandante nos enseñó. No pudimos dejar de rememorar las gloriosas páginas de nuestros internacionalistas, el sentido diario del deber para conocer qué debe ser cambiado y lo defendido perpetuamente.
Porque a pesar de lo bisoño, el compromiso es tan profundo y verdadero que el joven siempre esta allí donde más falta hace: en la trinchera, el aula, el surco o cuidando el alma. Eso nos enseñó Fidel: a ser justos, dignos, patriotas, modestos, combativos…me escribió Yamilé Carmenate, una muchacha de Cacocum mientras iniciaba otro pequeño acto de homenaje al “Caguairán”, esta vez con la presencia de las máximas autoridades del municipio y otros invitados.
Pero sin dudas, ninguna otra impresión en la acampada, tuvo tanto impacto como la presentación del segundo volumen de “Así es Fidel” del escritor y periodista Luis Báez. Variados testimonios de cubanos y extranjeros sobre la personalidad y el genio casi sobrenatural del Jefe de la Revolución. La sensibilidad sublime llegó cuando acompañados por Antonio López, historiador del conjunto histórico Birán, las anécdotas rompieron fronteras con el mito.
Allí la historia alimenta el espíritu, uno se siente nutrido de autoridad moral, de efervescencia revolucionaria. Paredes, objetos y prendas emiten energía tan diáfana que uno no desea irse, escuadriña cada detalle, revive los hechos. Ese fue el sentir de todos al contemplar la cuna y el espacio donde el niño Fidel, se bañó y pesó por vez primera.
Transitamos el antiguo camino real, lugar por el que según dicen viajara la Virgen de la Caridad del Cobre, la Patrona de Cuba. Un poco más allá, en la que solía ser la valla de gallos, cobró movimiento la pelea del mocetón Castro contra el negro “Llanes”. Una narración que llenó de brillo los ojos de todos los presentes.
El primer asiento de la tercera fila en la escuelita era el de los oyentes. Este lo ocupó Fidel con menos de cinco años, en aquel lugar realizó sus primeros trazos y lecturas. Ayer la casa natal del Comandante, Raúl y demás hermanos, tuvo numerosa actividad. Familias enteras, muchos niños y jóvenes, le dieron un poco de bullicio al sitio que el tiempo no ha vencido jamás.

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