martes, 15 de febrero de 2011

Disciplina social para vivir bien

Por: Dr. C. Hugo Arévalo Sánchez Actualizado Rubicel González La disciplina social es un valor esencial que caracteriza el comportamiento racional humano en el proceso de producción y reproducción de la vida en sociedad. Facilita el clima propicio para la producción, distribución y consumo de los bienes y servicios, de estudio e investigación y de la existencia humana en su totalidad.
Si se quiere contribuir al desarrollo local sostenible se debe tomar conciencia de las múltiples indisciplinas sociales que tienen lugar a diario en la comunidad y a veces se asumen como “valores” por niños, jóvenes, adultos y hasta por algunos de la de la tercera edad que comienzan criticándolas y terminan violando las normas éticas y jurídicas para la vida en colectivo.
Muchas pueden ser las justificaciones, pero al final el propio pueblo es el perjudicado. La desorganización y descontrol del aprovechamiento de la jornada de trabajo o de estudio, de los recursos: humanos, financieros o materiales, de lo que debe aportar cada individuo, se traduce en improductividad, enriquecimiento ilícito, desvío de recursos, deterioro del medio ambiente y de la dignidad humana.
Hay que rescatar y enaltecer el valor de la disciplina social como condición indispensable para construir una sociedad de amor y solidaridad, de equidad y justicia social. Con poco se puede hacer mucho, si se adquiere una cultura de ahorro, de cuidar y usar con eficiencia y eficacia los recursos reales y potenciales que cuenta la nación en cada persona, familia, escuela, centro laboral, investigativo y comunidad, municipio, provincia.
Debe iniciarse el debate y reflexión desde la familia para mejorar la calidad de vida de forma honrada: ahorrando electricidad, agua y planificando necesidades posibles a satisfacer a partir de los ingresos. Proyectándose al futuro desde sus potencialidades para aportar y recibir de acuerdo a lo aportado.
En la comunidad existen varios espacios institucionales para motivar, educar y preparar a los ciudadanos para la batalla en contra de las indisciplinas sociales. Crear la cultura cívica de amor a lo bello, correcto, justo, organizado y al bien para todos.
Las instituciones gubernamentales y no gubernamentales juegan un papel decisivo en el perfeccionamiento de las relaciones de respeto entre los individuos, para que cada día se desarrolle más la colaboración y ayuda mutua entre los seres humanos. No olvidar la tesis de Carlos Marx:”La esencia humana no es algo en abstracto inherente a cada individuo, es en realidad el conjunto de las relaciones sociales.”
La humanidad vive tiempos de crisis financieras, económicas, energéticas, medioambientales y la única forma de garantizar la supervivencia humana, de la presente generación y de las futuras, es la de trabajar unidos y disciplinados, para vivir bien sin necesidad de afectar la economía, el medio ambiente y la tranquilidad ciudadana.

* Profesor e investigador de la Universidad de Holguín.
hugo@efts.uho.edu.cu

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