miércoles, 17 de enero de 2007

Cuando la dignidad se juzgó como crimen

Por Rubicel González
rubicel@ahora.cu
Ha cinco años de haberse realizado en Miami, el 14 de diciembre del 2001, la vista para la sentencia. René González Sehwerert en su alegato, manifestó contundentemente ante un juicio amañado, qué lo empujaba a luchar contra el terrorismo: dignidad, patriotismo y convicción revolucionaria.
Fuerza suficiente para que en estos largos años de violaciones a su derecho de ver la familia, presiones y vejámenes en prisión, permanezca firme junto a sus cuatro compañeros de lucha, aún cuando sobre sus espaldas recaen injustificadas condenas que obedecen al odio y la venganza hacia el pueblo de Cuba.
Aquel viernes, nuestro héroe haciendo gala de valentía, lucidez y elocuencia denunciaba abiertamente la manipulación de la evidencia para culparlos y el intento de socavar su posición resuelta y decidida utilizando para estos fines, el sagrado amor a la familia. Al tiempo que reprochaba la conducta hipócrita del Gobierno Norteamericano protegiendo bajo su bandera los criminales engendrados por su ideología en momentos que promulgaban una cruzada antiterrorista e intencionada “en los más oscuros rincones del planeta”.
Por entre las siluetas de los asistentes alcanzo a ver a René, lleno de certeza en sus argumentos, con el pecho henchido de coraje y el verbo encendido, enfrentando la mentira, el chantaje, el rencor y a sus promotores: vergüenza de la ética y la humanidad. Condenando la guerra y los planes asesinos contra cualquier país del mundo, René no solo se defendía de una acusación falsa, sino también a Cuba y todos los pueblos que han sufrido el ataque atroz de la subversión y el sabotaje, lamentando con ello la pérdida de vidas humanas.
Era, ese 14 de diciembre, el momento que le habían concedido para expresar su alegato, tiempo y espacio inundado de verdades imposibles de ocultar o negar, como la falta de interés y seriedad de Estados Unidos para cooperar en la lucha contra el tráfico de drogas y los actos criminales, la relación de los grupos anticubanos con funcionaros del Gobierno y la Fiscalía; así como la demanda de respetar la libertad y determinación de la Isla.
Dejó por sentado que no existe ningún resentimiento por parte del pueblo cubano hacia el norteamericano, muchos de sus hijos tuvieron una actitud digna y profesional referente al caso de los cinco, por lo que agradeció por su comportamiento decoroso.
Con la demanda de justicia, razón y profesionalismo verdadero, con la certeza de que serán absueltos por la historia y los que aman la humanidad lo suficiente como para defenderla, con el compromiso de permanecer fiel ante las ideas y su pueblo que exige su libertad; René, batalla desde la prisión de Marianna en La Florida, y en sus palabras aquel día de diciembre estampó, a nombre de sus compatriotas, todo el amor que un hombre siente por su patria y la seguridad en construir un mundo sin odio, más unido y racional. “Todos nosotros tenemos una responsabilidad para con nuestros hijos que rebasa las preferencias políticas o la mezquina necesidad de ganar un salario, mantener un efímero puesto político o congraciarnos con un grupito de potentados. Esa responsabilidad nos urge a abandonar la hipocresía de hoy, para entregarles un mañana sin tragedias”.

No hay comentarios: