viernes, 16 de octubre de 2009

Pesca y peces en Holguín: realidades con mitos


Por Rubicel González
rubicel@ahora.cu
Los hombres se preparan para un viaje que puede durar hasta 20 días. Cargan provisiones y combustible, revisan la técnica, bodegas y otros locales. Por fin enfilan rumbo hacia el mar con la experiencia y el cuerpo curtido. En un rincón, las artes de pesca reposan listas para conquistar el agua. No serán fáciles las próximas semanas, el trabajo de seguro sobrará. Todos esperan el regreso a casa y si la suerte ayuda, será con buena recompensa esta vez.
Es una rutina practicada a lo largo del año por las 25 embarcaciones de plataforma en Holguín, mucho más intensa en periodos de abundante captura como la corrida de la Cojinúa en los meses de julio y agosto. Contrario a lo que la mayoría piensa, la pesca en el mar no es cosa de tirar la red y llenar cestos. En los buenos rendimientos, influyen diversos factores climatológicos, de explotación y del medio específico donde habitan los seres acuáticos.
Aunque este año la provincia ya superó el plan de captura en mar, con más de 600 toneladas, no podemos aspirar a mucho más porque “por desgracia la naturaleza no nos favoreció con una plataforma marina abundante en peces. Para obtener resultados nos desplazamos hasta la zona de Camagüey, con altos gastos de recursos y tiempo. La gente necesita entender que las producciones del mar no son inagotables, ni controlados por el hombre en la cría intensiva”, sentenció Rafael Rodríguez, director de la Empresa Pesquera Holguín (Pescahol).
“Por eso miramos hacia la acuicultura como el futuro de la pesca aquí: por las facilidades de cría, reproducción y altos rendimientos. Este año por primera vez debemos sobrepasar las mil toneladas y quedar entre las primeras tres del país. En el 2008, después de 16 años, volvimos a alcanzar y sobrepasar el plan.
“Nuestro pueblo debe romper el mito sobre alimentarse con especies de agua dulce como tenca y claria. Esas ofertas tratamos de mejorarlas vendiéndose en filetes, minutas, picadillo o croqueta; sobre todo en un momento cuando se importan más de 200 toneladas mensuales de pescado de mar para la canasta básica y el consumo social.”
Este último no es más que sectores priorizados como salud, educación y gastronomía, además del suministro a empresas. Según Francisco Sánchez, subdirector comercial, se ha distribuido por concepto de importación unas mil toneladas para este fin, y superior a mil 700 para la cuota mensual subsidiada en carnicerías a la población.
No obstante, un volumen ascendente a 714 toneladas se ha vendido en las nueve pescaderías especializadas de la provincia, tanto de mar como acuicultura. Aunque no siempre el surtido es variado o constante, su suministro es garantizado con la pesca propia del territorio, y algunas especies traídas de otras provincias.
Sobre todo se incrementó la presencia de pescado de agua dulce como la tilapia, tenca y claria, en cada una de sus formas de comercialización. El miércoles, por ejemplo, la pescadería Acuimar del reparto Pedro Díaz Coello, ofertaba tilapia en picadillo y esvicerada. Sus dependientes afirman que gozan de buena aceptación, igual que el filete de claria y la masa de croqueta hecha a base, principalmente, de tenca.
Para garantizar la demanda, la empresa pesquera sigue la estrategia de “sembrar” la mayor cantidad de alevines donde su explotación sea factible. Este año depositaron 17 millones. Ese mismo manejo le valió extraer hasta septiembre unas 890 toneladas de las especies mencionadas arriba, sin contar otros ciprinidos como la carpa y amura, además de la ya conocida tenca.
Para su procesamiento, Pescahol cuenta con tres industrias y dos mini industrias ubicadas en varios municipios que sobrepasaron las mil toneladas. Sobresale por su capacidad, la Unidad Empresarial de Base (UEB) Comar, capaz de elaborar un millón de croquetas en septiembre, y derivar otros productos.
Noraida Hernández, quien se desempeña como subdirectora de producción, comenta que Holguín cuenta con 7 mil 500 hectáreas de cultivo extensivo, en embalses y micropresas. Por otra parte, se fomentan las unidades de ceba o cría intensiva, que demandan la utilización de pienso, fertilizantes y materia orgánica.
En Mayarí, donde se asienta la granja Nipe, el embalse con ese mismo nombre y la industria perteneciente a la UEB Acuanipe, los resultados en la acuicultura son satisfactorios y de los mejores en la provincia.
La unidad está próxima a cumplir con su extracción del año a pesar de que “en los últimos días el viento fuerte no nos deja ´sacar` casi nada”, refirió Juan Carlos Rodríguez, director del centro. Allí mismo, la industria recibe una inversión de 8 mil pesos convertibles que mejorará las condiciones de trabajo y por ende la calidad del producto. Ellos procesan pescado de agua dulce y salada cuyo destino abarca a organismos y pescaderías. Incluso, habilitan puntos de venta móviles para llegar a municipios distantes como Báguano y Urbano Noris.
Los desperdicios, unas 10 toneladas, engrosan la dieta de alimentación de la granja cercana donde habitan ahora 19 mil 800 ejemplares con unos dos kilogramos de peso de claria gariepino africano. Por tal motivo, se ahorran mas de 15 mil dólares al precio actual de la tonelada de pienso pelletizado. Jorge Vargas, su director, explica que la especie fue introducida en el país en el 2000 y entre sus ventajas está la excelente conversión alimentaria (relación costo-aporte) y su adaptación a nuestras condiciones tropicales.
Además, existen otros 290 mil alevines de esta misma especie, que oscilan entre 50 y 60 gramos y serán aprovechados en el primer semestre del 2010. También incursionan en la cría de alevines, alcanzando la cifra de 3, 6 millones de ciprinidos dispersados por presas como Nipe.
Vargas, dice que la claria debe alimentarse sin falta cuatro veces al día por el
cuidador vinculado a los estanques. “Es mito que estos animales crecen comiendo ratones o cucarachas. Muchos estanques poseen piso de cemento como una piscina y en el caso de nuestras 14 hectáreas, solo la tierra. Aún así, su atención es extrema”, subrayó.
“Cada depósito después de sacar todo el pescado, se acondiciona con dos toneladas de cal y cinco de materia orgánica. También le agregamos miel de caña disuelta en agua, nitrato de amoniaco y superfosfato triple; de tal forma que garantice las condiciones medioambientales. El cuidado no tiene descanso. Chapear los contornos y el sargazo, espantar las garzas, clasificar cada 15 días y contabilizar el pez. Al final el trabajo deja resultados y el pueblo recibe el pescado”, afirmó.
Poco resta para que el año concluya, en el próximo, el quehacer de los pesqueros surcará las aguas de nuestro territorio. Redes y chinchorros estarán listos nuevamente para la contienda. Una buena parte de los resultados, dependerá de lo que ahora habita en presas y embalses.

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