miércoles, 1 de junio de 2011

A Libia lo que es suyo

Le deseo a Libia algo mejor que Gadafi. Y a la bota extranjera que la humille le deseo un Vietnam.
Silvio Rodríguez

Por Rubicel González
rubicel@ahora.cu
Cada día es menos sustentable y creíble las “buenas intenciones” de Estados Unidos y aliados en la guerra de Libia. Desde el 19 de marzo, miles de personas en ese país sufren el bombardeo que, con toda aprobación de la ONU a partir de la resolución 1973 y en nombre de la paz, ya causó 718 muertos y daños a la infraestructura civil.
Un sector de la opinión pública considera vergonzoso la posición adoptada por las potencias occidentales, cuando apenas en el 2007 Gadafi era su ilustre invitado, representante de jugosos negocios a escala multimillonaria. En ese tiempo, por supuesto, los medios se encargaban de ensalsar la figura del mandatario para estar a tono con la política transnacional y de gobierno del momento.
Para entonces, El País publicaba: “Gadafi es un tipo raro pero simpático que ha venido a hacer el bien a España. Tenía un pasado oscuro pero está saliendo adelante”. Ahora, de acuerdo a los intereses e ideas a ratificar, la prensa se encarga de reconstruir al Coronel Muamar como el “dictador libio”, cuyo “régimen” debe ser descabezado por los “guardianes” de la democracia y la libertad.
¿Será su misión asegurar esos principios cuya validez se alcanza con la independencia y la participación popular o tras esta apariencia noble, se esconde el afán por el control de los recursos naturales? Con pruebas suficientes, solo en el período de los últimos 10 años, la primera incógnita no merece ni la más leve atención.
El caso libio es una conquista colonial que afianza la fuerza de las potencias desarrolladas en una zona estratégica desde el punto de vista económico, político y militar. La nación norteafricana es el tercer productor de petróleo del continente con 1, 8 millones de barriles diarios en el 2008 y en cuyas entrañas aguardan las principales reservas del combustible fósil en África. Su crudo, es de excelente calidad a un costo de extracción por barril, en algunas zonas, de un dólar.
Es una área atractiva de desarrollo multinacional, cuyo 85 por ciento de la producción se exporta a Europa y donde hace décadas, las principales empresas extranjeras plantaron bandera. Allí se disputan intereses de la Shell, ExxonMobil, Eni o ConocoPhillips, que durante años compartieron ganancias de la extracción del petróleo con la empresa estatal libia National Oil Corporation (NOC). Sin embargo, algo amenazaba los planes de las compañías foráneas.
Desde el 2006, el gobierno libio le “apretó la tuerca” a las transnacionales: exigió pagos superiores al Estado, bonos millonarios adicionales a sabiendas que el hidrocarburo significa la vida del país. Según el sitio alternativo Rebelión.org, cables filtrados por Wikileaks en febrero del 2009, muestran la inquietud de occidente con esta frase "En Libia, el negocio es la política y Gadafi controla ambos", quizás en análisis a lo que expresara días antes el mandatario de nacionalizar los recursos energéticos.
Tampoco fue muy difundido que el gobierno libio repartiera la riqueza del petróleo directamente a la gente, en respuesta a la intrincada corrupción que, desde los altos cargos como el líder actual de los rebeldes, Abdul Jalil Fudail (ministro de Justicia entre 2007 y 2011), encontró resistencia. En marzo de este año, Libia ofreció explorar sus yacimientos a Rusia, China e India, días antes de iniciados los bombardeos ¿Qué coincidencia?
Además, lo atractivo del territorio al norte del continente africano no es solo su “oro negro”, también hay agua subterránea en cantidades industriales. Este acuífero, escondido bajo el desierto en más de 500 metros, se conoce como piedra arenisca de Nubia y posee volumen estimado entre 10 mil y 12 mil kilómetros cúbicos.
Tres grandes empresas francesas del agua como Veolia, Suez Ondeo y Saur deben estar con “dientes afilados”, sobre todo por el ímpetu con que el presidente Nicolás Sarkozy se tomó bombardear Libia. En caso de ocupación permanente por los aliados o la división del país, al Este están los mayores yacimientos, privatizar o exportar agua fósil embotellada debe ser un buen negocio.
Algunos analistas creen que aparte del control económico, Libia es importante para reforzar la presencia occidental en la zona, sobre todo luego de la “primavera árabe”. De igual manera es importante que la OTAN tenga acceso libre a las 20 naciones del Mediterráneo, que ni Libia, Siria o el Líbano, comparten como aliados o cooperantes de la agrupación militar.
No obstante de las críticas, errores o aciertos de Gadafi y su gobierno, las estadísticas de desarrollo en ese territorio muestran indicadores reconocidos por varias agencias internacionales. La esperanza de vida es de 75 años según Banco Mundial en 2009, posee el PIB nominal per cápita más alto y primer puesto en índice de desarrollo humano del continente.
De modo que, ante la hipocresía de esa política de doble rasero de occidente, habría que preguntarle qué piensan hacer, además de los fondos ya destinados para los rebeldes, con los 53 mil millones depositados en bancos del Reino Unido, Estados Unidos, Francia y Japón que pertenecen a Libia, según publicación de BBC el pasado 26 de mayo.
¿Por qué no se congelaron los bienes multimillonarios de Mubarak y se destinaron al pueblo egipcio?¿Cuándo la ONU emitirá y cumplirá las resoluciones para condenar las atrocidades contra palestinos o saharauis?¿Qué derechos humanos quiere defender la Unión Europea y Estados Unidos?
¿Es democrático que en Francia los gitanos sean víctimas de racismo, xenofobia y España arremeta contra manifestantes pacíficos del movimiento 15-M?¿Es legal que existan cárceles secretas para torturar, que se viole el derecho de independencia y indeterminación de los pueblos?
Queda claro que los verdaderos motivos no es el bienestar de un pueblo agredido por sus “salvadores”, estos que inicien mejor una “autoguerra” que limpie su proceder de todo descaro.

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