lunes, 28 de abril de 2008

Ni el paraíso es como lo pintan ni sus habitantes viven como santos

Por Rubicel@ahora.cu
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Ni el paraíso es como lo pintan ni sus habitantes son santo
s, sabia frase popular que recordé mientras leía reportes sobre la crisis de desempleo en los Estados Unidos. La noticia recorre el mundo desde inicios de año, sin dudas acrecentada mes tras mes por una economía entrada en recesión; para muchos especialistas, la causa de mayor peso junto a la subida estrepidante del petróleo.

En marzo solamente, 80 mil personas perdieron su puesto de trabajo, la mayor caída mensual en los últimos cinco años. El sector fabril, la construcción y venta de viviendas, así como los servicios, despidieron varias docenas de miles que engrosaron las casi 3 millones de solicitudes de subsidio por desempleo.

Mas, ¿cómo afecta esta situación en los inmigrantes, sobre todo latinos? Ya lo advertía la Organización Internacional del Trabajo en 2004 cuando afirmaba que uno de los problemas de la globalización, era precisamente el flujo humano en búsqueda de empleo y mejoras económicas en otros países. Hay que tener presente que la mayoría de los 12 millones de inmigrantes ilegales que viven en Estados Unidos no poseen estudios universitarios, ni ostentan mano de obra con gran especialización.

Por eso, sean ellos quienes sufran con mayor desgarro las crisis económicas de ese país, pues permanecen a merced de convenios no oficiales con dueños de negocios o industrias, donde sus salarios quedan por debajo de la media, carecen de seguridad laboral y por tanto, al reducirse la plantilla en búsqueda de elevar ganancias, estos son los primeros despedidos.

Además, es común su vínculo a oficios de la construcción, un sector que ya de por sí, se encuentra en crisis severa. Pero, estos problemas no repercuten solo en el inmigrante, sino que traspasan fronteras hasta el país emisor. Varios pueblos latinoamericanos como México, Brasil, Colombia, El Salvador y otros, reciben un gran flujo de remesas. Tan importante, que en el 2004 se calculaba la remesa procedente de los emigrantes latinoamericanos en 40 000 millones de dólares. Incluso en algunas naciones, los envíos de dinero superan las divisas que provienen de la inversión extranjera directa.

Sin embargo la otra parte de la inmigración, llamase los legales o aquellos “captados intencionalmente” corren una suerte distinta, o almenos más apaciguada. No obstante, el robo de intelectuales es un fenómeno que, con crisis económica en Estados Unidos o sin ella, los países emisores padecen. Para tener una idea de lo anterior, existe un millón 500 mil científicos e ingenieros en aquel país que son foráneos; el 23 por ciento de los doctores en ciencias y el 40 de los especialistas en computación, son extranjeros.

La situación para los migrantes parece no tener salida con la administración de Bush o los candidatos a elegir en noviembre, a pesar que esa minoría continuará en aumento en las próximas décadas.

Según el Pew Hispanic Center, una organización que se describe como no partidista y de investigación que estudia la comunidad latina en el estado norteño, para el 2050, si continúan las tendencias actuales, la población alcanzará los 438 millones de habitantes. De ellos, 67 millones nuevos inmigrantes y 50, hijos y nietos de estos. La población latina se triplicará en tamaño hasta representar el 29 por ciento de la población de los EE.UU.

Si las cifras cumplen lo que representan será un gran problema a enfrentar, no solo por el gobierno de Washington sino también para otros países desarrollados, hoy receptores de grandes flujos de migrantes. Personas esperanzadas por vivir en un paraíso prometido, sobradas veces fabricado en los medios, tienen ahora las de perder y conocen el amargo sabor del desempleo.

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