viernes, 9 de febrero de 2007

Globalizar el desarrollo


Por Rubicel González
rubicel@ahora.cu
Irónico y para perder la paciencia, como en una de las parodias que Hollywood nos tiene acostumbrados, resulta que los grandes emporios de las comunicaciones, quienes se han apropiado del derecho de escoger, decir e imponer; no enuncien una sola palabra del IX encuentro sobre Globalización y Desarrollo que se efectúa por estos días en Cuba.
Basta realizar una breve búsqueda en Internet, para percatarse que los mass media, han hecho voto de silencio sobre los análisis, que, economistas y sociólogos de más de 40 naciones, expresaron sobre la necesidad de crear un sistema de intercambio que permita el desarrollo equitativo del mundo. En cambio, sus páginas digitales, muestran una cadena de “informaciones” tergiversadas sobre la salud de Fidel, sobresaturadas de preguntas acerca del sexo, promociones de mercancías y servicios, la realidad desgarradora de Irak, Afganistán y algún que otro chisme de la farándula. Sin duda, el ingrediente principal es la manipulación.
Unido a la historia, la globalización, es un fenómeno de carácter político, económico, ideológico y social, que se ha hecho cotidiano gracias al impulso científico-técnico, y que brinda la posibilidad, cada vez más acentuada, de interactuar con diferentes grupos humanos en cualquier rincón del planeta.
Sin embargo, la amenaza se cierne sobre nuestras cabezas cuando en su nombre, se pretende dominar, persuadir o “adornar” un suceso, determinar lo “importante” para las personas, elegir gustos, hábitos, ideologías y transformaciones en el orden conductual, moldear la personalidad o anular el sentido de pertenencia e identidad de los pueblos, arrebatar la soberanía y la determinación, instaurar un modelo de consumo con prácticas basadas en una pseudocultura.
Las potencias son potencias de marcas y firmas, la banalidad y el marketing desplazan las relaciones humanas. Se saquean los recursos naturales y se explota la mano de obra en los países empobrecidos, condenados a pagar una deuda impagable y de varias maneras saldada, los gobiernos nacionales cada vez pierden más autoridad, se roba el talento intelectual y se pretende ahogar los movimientos sociales con amenazas y restricciones. Hablamos, entonces, de globalización neoliberal.
En ese Apocalipsis mundial, que se vende como algo “beneficioso” y ventajoso, los medios de comunicación, convertidos en instrumentos de dominación, tienen un protagonismo acentuado como vía para brindar credibilidad y fijar “valores”. Incentivan la toma de decisiones y hacen campañas mediáticas, aliándose y justificando a los gobiernos que promueven la estrategia neoliberal.
Como parte de este show, donde las transnacionales representan intereses políticos e ideológicos, la globalización neoliberal promueve violencia, la guerra, la supremacía racial y de género, el derecho de las potencias más ricas a adueñarse de las riquezas, patentar la economía y utilizar el desarrollo científico para satisfacer su ambición de poder a favor del derroche y el irracionalismo.
El ALBA, modelo que busca la integración latinoamericana, es el marco propicio para mundializar la solidaridad y la cooperación mutua. La verdadera globalización deberá estar sustentada en promover el desarrollo, la justicia, la equidad, en utilizar los recursos y la tecnología en función de elevar la calidad de vida, eliminando el analfabetismo, brindando salud, educación y seguridad social. Deberá unir los países con verdaderos lazos de amistad, respetando su historia y determinación. Ahí esta para probarlo el IX encuentro sobre Globalización de La Habana, Cuba.

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