martes, 24 de abril de 2007

Umbral del nuevo mundo

Por Rubicel González
Rafael Freyre, actual municipio de la costa norteña holguinera, fue escogido por el tiempo y la historia como protagonista de importantes sucesos y magníficos paisajes bañados por el mar. En sus playas se respira aún el vino curtido en odres españoles, las cotorras chirreando entre caneyes, y la hospitalidad e intransigencia que antepasados le legaron a los pobladores con orgullo insigne.
Su antiguo nombre, pertenece a una leyenda que narra sobre una tierna adolescente con la mirada desvanecida, mientras sus padres y esclava hacían votos a sus deidades, la virgen de Santa Lucía y el panteón yoruba. La hermosa joven recuperó la visión y desde entonces el poblado conmovido le llamó a su comarca con este nombre, en respeto y agradecimiento a la señal que perpetuó el milagro de la santa católica.
Con una extensión aproximada de 620.6 kilómetros cuadrados, el municipio limita con Banes, Báguano, Holguín, Gibara y el Océano Atlántico. Su población la componen 50 mil 426 habitantes distribuidos en nueve Consejos populares, donde la actividad agrícola es la fundamental base económica. También el turismo forma parte de los ingresos con instalaciones de renombre internacional que lo prestigian como Bahía Naranjo, Playa Pesquero y Cayo Bariay, lugar donde desembarcara el almirante Cristóbal Colón hace aproximado 515 años.
Aunque por décadas el cultivo fundamental fue la caña de azúcar, igualmente se cosechan viandas y hortalizas en la zona de Fray Benito y Potrerillo, así como la cría de ganado vacuno que abarca casi todo el territorio. Luego de la redimensión del Complejo Agroindustrial, estos terrenos que antes abrigaban la gramínea, fueron utilizados para la agricultura, los pastos y la reforestación con lo que se conoce como tarea Álvaro Reynoso, vigente desde el 2002.
La geografía predominante es la llanura ondulada, a pesar que algunas colinas medianas la surcan a retazos, algo favorable para sus funciones r agropecuarias. La calidez del clima por años ha castigado duramente con sequías la totalidad del territorio como la ocurrida en el 2006, que aparejó un gasto considerable en cultivos y atención a las necesidades de la población.
Llamado con el nombre del único combatiente holguinero participante al asalto del Cuartel Moncada en 1953 en Santiago de Cuba, Rafael Freyre goza de una rica herencia e historia cultural y patriótica. Desde el mismo descubrimiento de Cuba, esta zona y su belleza exótica navegó los mares y las centurias, en todos los continentes tocó y despertó corazones aventureros con la frase, como amor a primera vista, de quien fue flechado: “esta es la tierra más hermosa que ojos humanos hayan visto”.
En el siglo XVIII, el territorio, que por aquel entonces pertenecía a la jurisdicción de Bayamo fue enclave ideal para operaciones de contrabando debido a su lejanía de las rutas comerciales. Más tarde, gracias al florecimiento mercantil y la apertura del puerto de Gibara, el lugar fue objeto de numerosos asentamientos de familias españolas que producían tabaco y azúcar utilizando la fuerza de trabajo africana traída con esos fines.
En las guerras de liberación iniciadas en 1968, los campesinos también se sumaron a la batalla con reconocido destaque, aquí se desarrollaron importantes acontecimientos militares como el combate de Melones. El territorio tuvo una buena protección de los Ibéricos quienes migraron hacia la localidad, debido a que la contienda estaba más lejos de infringirle daños físicos y económicos.
Durante el período neocolonial y lucha contra Batista, el territorio fue protagonista de marchas y protestas populares, sobre todo de obreros y estudiantes. Es notorio la creación, luego del derrumbe de Gerardo Machado, de un soviet en el central azucarero, que inmediatamente implantó leyes que favorecían las clases oprimidas, más tarde derrocadas nuevamente.
Tras el golpe de estado de 1952, el movimiento clandestino se fortaleció con la constitución de varias células del 26 de julio y se produce un alzamiento significativo en la Sierra de Gibara. Los lugareños estarían resistiendo hasta la llegada de las fuerzas rebeldes provenientes del cuarto frente oriental “Simón Bolívar”.
Después del triunfo revolucionario, el acontecer del municipio ha transformado la vida cotidiana y brindado nuevas opciones. La educación, salud, deporte y cultura dieron un salto gigantesco, cuyos frutos se observan en los logros sociales y económicos del pueblo. Hoy existe un hospital en la cabecera con atención de primer nivel; policlínicos, consultorios, círculos infantiles y sedes universitarias están presentes en pequeñas comunidades.
El semblante de la ciudad se transforma con el Proyecto Imagen y la Batalla de Ideas, dirigidas a afianzar tradiciones, rescatar lo autóctono e identitario, darles el máximo de bienestar a las personas. Por eso los freyrenses sienten orgullo del sendero histórico, la casa de cultura, el parque de la fuente y la juventud que manos de pueblo ayudaron a construir con esfuerzo y entusiasmo, con el mismo compromiso que se ganaron años atrás el calificativo de Fidel: “central reloj”.
El tiempo ha pasado desde el primer contacto de una cultura vetusta con otra naciente. De la mezcla de razas que condujera a la formación del criollo: el cubano que hoy conocemos. Pero la humildad, valentía, beligerancia, júbilo, nobleza y hospitalidad de este pueblo lo sigue caracterizando como rasgos que muy adentro sellan la continuidad de la historia y la cultura local. Si quiere ver las tres calaveras: La Niña, La Pinta y La Santa Maria, deje que ellos le muestren como saben hacerlo.

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