viernes, 26 de agosto de 2011

Frutos y frutas en Holguín

Por Rubicel González
rubicel@ahora.cu
Mitificadas en varias culturas como comida de dioses y alabadas dentro la literatura en “Silva Cubana” de Manuel Justo de Rubalcaba durante el siglo XVIII, las frutas han formado parte esencial de nuestra vida desde tiempos precolombinos. Sin embargo, la plantación y desarrollo de las 177 especies que hoy habitan la Isla, involucionó al límite de que lo autóctono se convirtió en exótico.
A lo largo de décadas y por diversos motivos, ejemplares como el marañón, mamey y guanábana prácticamente desaparecieron de los campos cubanos y nos privaron de sus excelentes propiedades alimenticias.
Según especialistas, es importante incluir en la dieta las vitaminas, fósforo, sodio, calcio y potasio que, de forma natural, contienen las principales frutas cultivadas en nuestro territorio. Por otro lado, su aporte económico redunda en sustituir importaciones al procesarse en la industria para consumo nacional y tributar en un futuro, a niveles modestos de exportación.
Con esos objetivos en la mira, el país potencia un programa sustentable de desarrollo desde 2009, que según el trabajo “Tras la recuperación de los frutales” de la agencia de prensa IPS, abarca actualmente 108 mil hectáreas, incluidas unas 40 mil de cítricos. Se espera para el 2015, que anualmente, cada persona consuma 55 kilogramos de esos productos.
Las posturas
Una de las tareas vertebrales del plan frutícola es la creación en cada forma productiva y a nivel municipal de viveros para fomentar nuevas áreas. A pesar de que algunos recursos como bolsas de nylon están disponibles, muy pocas unidades pueden calificarse cumplidoras, pues este sigue siendo el cuento de la buena pipa.
Para Rodolfo Díaz, subdelegado de agricultura urbana y suburbana, la estrategia carece de avance. “Lo común es encontrarse las frutas más generalizadas: mango, guayaba... sin embargo las tradicionales prácticamente no existen. Es necesario que campesinos y organizaciones de masas aporten con semillas a la calidad y variedad”, sentencia Díaz a sabiendas que esto se dice pero no se hace.
El vivero de Sagua de Tánamo, por ejemplo, posee 13 variedades, Gibara 15, Rafael Freyre 15, Holguín 20 (6 injertadas) y Báguano 14. La tecnificación es muy pobre en cada uno de ellos. Excepción es el Valle de Mayabe, donde habitan 109 especies frutícolas, el segundo sitio de Cuba con mayor diversidad.
La faena no fue fácil, hubo que viajar y recolectar ejemplares de varias regiones del país pero los frutos ya se muestran, tanto albaricoques, icacos, entre otros. “En 3, 04 hectáreas hay especies gozadas poco conocidas en Cuba como el dátil, moringa; y en proceso de germinación una llamada capulí. Falta cultura para cultivarlas y consumirlas, podemos ser exportadores como países de América Latina y África”, asegura Robert Domínguez, jefe de colectivo del vivero.
En breve, el terreno a orillas de la presa Mayabe, estará completamente tecnificado: riego con sistema de goteo y techo, además de incorporar el método de esqueje en la reproducción. Eso permitirá incrementar el banco de genoplasma de mango, guayaba y aguacate, de este último con 10 variedades que cubren en sus cosechas esa misma cantidad de meses.
En otro sitio, la granja dispone de un banco también de genoplasma, capaz de abarcar 29 tipos de frutas. Por eso varios especialistas y amantes del cultivo acuden en busca de experiencia y pueden comprar el dátil a cinco pesos o la guayaba injertada a 10. Manera de lograr la popularización en las comunidades, algo que Báguano y Holguín han impulsado.
Miles de posturas anualmente son gozadas por particulares sin condiciones idóneas, incluso extrañas como la moringa, contrariamente, unidades estatales son incapaces de lograr esto, aun cuando poseen ciertas condiciones técnicas y personal exclusivamente para atenderlos. En más de una ocasión se plantaron extensas áreas pero luego se dejaron morir ¿Cuánto costaron esos errores? ¿La organización y creatividad ante esta tarea será una utopía?
Fincas...¿Integrales?
Según Joaquín Almaguer, especialista de la subdelegación de cultivos varios en la Agricultura, en la provincia existen 22 fincas integrales; cuya intención es alcanzar la mayor cantidad posible en cada territorio. Para ello se fomentan cinco cultivos fundamentales: mango, aguacate, piña, guayaba y frutabomba.
La idea es intercalar los de ciclos cortos que permitan abaratar los costos y diversificar la producción de manera escalonada. No obstante se incumple lo estipulado por el programa, de 30 variedades por finca. Por un lado faltan posturas, riego, además de indebida manipulación de suelos, ausencia de poda, déficit de mejoramiento genético, ausencia de abonos ecológicos, etc.
Por otra parte, tanto los planes de siembra como de producción se cumplieron parcialmente durante el 2010, al 70 y 88 por ciento cada uno. En el Plan Turquino, la reforestación de frutales durante 2010 fue deficiente en Frank País, Cueto y Mayarí.
“Muchos sitios como Manaca en Sagua de Tánamo, con una caballería, han decrecido su rendimiento y cuidado. Muy pocas fincas sobrepasan las 30 especies: Gibara una, Holguín cuatro. ¿Cuántas tienen las cercas perimetrales sembradas con frutas?¿Dónde están los bancos de semilla y yemas para la injertación? De esa forma no podemos rescatar lo nuestro”, comenta Díaz.
La permanente presencia de frutas en placitas y mercados, que no sean solo oferta y demanda, depende del desarrollo que ostenten en los próximos años las seis cooperativas altas productoras en los municipios de Holguín, Rafael Freyre y Cacocum. Desde el año pasado empezaron a realizar el estudio y selección de suelos para cada especie, aunque su empoderamiento frutal es moroso, ante todo por la poca cobertura de viveros.
Michel Torres, funcionario de cultivos varios en la ANAP provincial explica que 600 anapistas tienen algún cultivo de frutas en 45 CCS y 62 CPA. El más afianzado es mango con 178, 2 hectáreas. Un incentivo para el sector son los precios actuales de Acopio para productos como la frutabomba rayona con valor de 126 pesos el quintal, la piña a 120 y la guayaba a 70 pesos el quintal.
No es menos cierto que algún volumen se pierde en el campo pues falla el acarreo o afloran preocupaciones sobre el desabastecimiento de insumos en las tiendas de capacidad de compra en divisa, algo que estimula al campesino y establece las bases para la atención a las plantaciones.
Una de las cooperativas a especializarse en frutales es la Victoria de Girón, en el Valle de Santa Rosa, Rafael Freyre. Las plantaciones más usuales son mango, 76, 7 hectáreas, guayaba 16, 6 y aguacate 5,6 hectáreas. De estas hay algunas en producción y otras en fomento. Comenta Timoteo Gámez, presidente CPA que toda la cosecha va hacia la industria, enclavada allí mismo, fruto de un convenio de cooperación que vio la luz en 1999.
En el próximo lustro incrementarán las variedades de mango clase, las anonasias y fomentar aguacate y mamey. Aspiran llegar a las 150 hectáreas de diversas frutas. Estos trabajos ya iniciaron en la finca número 6 con 10 hectáreas de mango clase, puesto que la variedad Julia, cuyo pico de cosecha abarca julio y agosto, es el que domina la zona.
Algo similar acontece en Arrollo de Agua, también perteneciente a la CPA y la granja agropecuaria La Palma, cerca de Asiento Molido, Rafael Freyre. Esta es una de las unidades que se redireccionaron a cultivos varios cuando la caña dejó de ser su objeto principal.
Hoy, refiere Osbel Morales, su administrador, ya lograron plantar 7 hectáreas con 15 variedades de frutas, una buena parte de marañón intercalado con otras especies, además de una hectárea de la inusual maracuyá. Al inicio crearon la finca con posturas compradas, pero ahora su pequeño vivero abastece parte de la expansión frutícola.
Industria


Aunque no suficiente para la demanda del pueblo, puede decirse que las frutas procesadas por la industria ha tenido un ligero despegue, ante todo con la comercialización de mermelada de mango o frutabomba y jalea de guayaba. En el 2010 la empresa de conservas Turquino y otras pequeñas productoras lograron procesar 8 mil 118, 6 toneladas y hasta junio de este año, mil 830 toneladas, principalmente frutabomba, mango, piña y guayaba.
La aún por registrarse con el nombre de Variedades de Galeano, la minindustria de Santa Rosa “muele” buena parte de las frutas procedentes de las cuatro formas productivas existentes en el Valle, una zona que en condiciones normales puede cosechar entre 80 mil y 100 mil quintales de mango, golpeada meses atrás por una tormenta local severa.
En un turno de ocho horas la fábrica obtiene cuatro toneladas de producción final de pulpa de mango, mermelada o jalea de guayaba. También es capaz de realizar encurtidos. El gobierno municipal, por medio del desarrollo local para el 2012, financiará con 124 mil CUC la inversión que duplicará los resultados, de manera que pueda insertarse en el área divisa.
Hasta mediados de junio ha procesado 227 toneladas de mango, cuyo destino ayuda sustituir importaciones. En pasos similares, aunque en menor escala, se encuentra el Valle de Mayabe, acota Julio Góngora, administrador de la granja, pues sus 155, 58 hectáreas de frutas es sustento estable para realizar conservas.
Un avance también muestra la confección de jugos naturales, así lo confirma en Rafael Freyre Gabriel Caballero, especialista de la empresa agropecuaria Reynerio Almaguer. Allí, sobre todo en las ferias, se venden cuatro tipos de jugos extraídos de la piña, maracuya y otras.
Comercialización
Aunque en mercados y puntos de venta de oferta y demanda los precios son exorbitantes, hay que reconocer son un ejemplo de gestión comercial; han logrado llevar a cada rincón de las ciudades diversas ofertas. Otra variante para el expendio de frutas, vegetales, viandas y flores son los puntos de carretera, que gracias a la resolución 662 del Ministerio de la Agricultura, existen en Holguín 77 con licencia comercial.
Explica Rodolfo Díaz, subdelegado agricultura urbana y suburbana, que algunos de estos locales no funcionan bien. En Frank País y Sagua existen dos que trabajan inestablemente en sus ofertas. Similar ocurre con dos en Mayarí y Banes; Báguano, Urbano Noris, Holguín y Rafael Freyre. “Es responsabilidad de las empresas y formas productivas que los atienden y controlan”, señala Díaz.
En toda la provincia, el promedio es encontrarse con unas cuatro variedades de frutas, y algunos kioscos cerrados como lo comprobamos en el trayecto de la carretera a Guardalavaca. ¿Será que los inestables abrieron el local sin poseer respaldo objetivo de productos o al cabo de un año la acelerada gestión comercial que demanda la actividad les abrumó?
Lo cierto es que continúan en posesión de licencia comercial sin prestar servicio y solo se le retira cuando las cooperativas presentan solicitud ante el registro comercial y Gobierno municipal. Mientras, persisten activos en papeles sin vender nada. Hay excepciones como el ubicado en Quemado del Negro con más de 10 propuestas, ejemplo de gestión y comercialización, efectividad no alcanzada todavía por cuadros a esos niveles.
Hacia el turismo...y el futuro
El polo turístico holguinero lo surten con frutas varios proveedores. De las 14 demandadas, la provincia abastece, completa o parcialmente, nueve que son de estación, como mango, melón, frutabomba, aguacate y parte de la guayaba y piña. Tanto los cítricos como el plátano fruta se trae de otras provincias, y del extranjero solo limón, altamente cotizado por la industria sin humo.
“Este año hay 23 toneladas de frutas contratadas para el turismo directamente en formas productivas. Existe el programa de cultivo de melón de agua con tres campesinos en Velasco que serán quienes abastecerán nuestro polo. Estos, desde junio, todos los meses sembrarán dos hectáreas para cubrir así todo el año”, expresa Víctor Peña, director de Frutas Selectas.
La entidad piensa prescindir aún más de otros territorios, algo que ya ejecuta con una línea que realiza frutas en conserva y supera las 30 toneladas entre tomate, frutabomba y mango. Con costo superior a 385 mil pesos convertibles, se espera amortice la inversión en cuatro años, debido a su importancia en la sustitución de importaciones.
Otra cosa que abaratarán los costos e incrementará el perfil de la fruticultura en la provincia, será el afianzamiento del cultivo del plátano Cavendish, dirigido al turismo. En Guatemala, Mayarí, hay cuatro hectáreas y otra extensión en Rafael Freyre, con las cuales surtir el polo, desplazando completamente el traído de Ciego de Ávila.
También en Guaro, Mayarí, los proyectos de la agricultura fijan 6 mil 200 hectáreas, una parte para frutales, puestas bajo regadío, informó Joaquín Almaguer. Se espera que el proyecto para el 2020, con una minindustria allí mismo, procese 4 mil toneladas de frutas.
El éxito del programa frutícola en Holguín debe poner a funcionar todos los engranajes organizativos, comerciales y de uso racional de recursos. Hay que aprovechar la tradición en viveros que poseen varios sitios de la provincia, mayormente productores particulares, responsables de volúmenes enormes de posturas vendidas hacia provincias del centro y occidente de Cuba.
Tampoco se puede descuidar los terrenos sembrados, proveer la zona más ideal para un cultivo específico, la posterior atención y el personal capacitado. Solo así habrá frutas con frutos maduros.

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