viernes, 6 de julio de 2007

Apostar por la agricultura en la ciudad

Por Rubicel González
La década del 90 fue un período de marcados cambios para la vida cotidiana del cubano. La economía, sufrió profundas transformaciones producto de la caída del campo socialista y el recrudecimiento del bloqueo imperialista contra la Isla. Nuevas concepciones de producción se impusieron para palear las necesidades y prioridades del pueblo. Así, comenzaba a fomentarse gradualmente, la agricultura urbana.
El municipio holguinero de Moa desarrolla un amplio plan de parcelas y patios traseros con el objetivo de incrementar principalmente, el cultivo de vegetales, además de otros 24 programas de 28 incluidos en esta modalidad.
Ubicados en los consejos populares, hasta junio, existen 661 parceleros con sembradíos de vegetales, proteínas y frutales. Con tres cuartos de hectárea por persona, reciben la atención de ocho compañeros que se encargan de potenciar y supervisar dichos cultivos, en pos de aplicar técnicas agropecuarias y conseguir por ende, mayor rendimiento.
Durante años, el territorio ha sido evaluado de bien por la comisión nacional de agricultura urbana, sobresaliendo el primer lugar provincial, otorgado en el 2006. Este año, se encuentran ocupando el cuarto peldaño debido a algunas insuficiencias como la fuerza de trabajo estable, así como el suministro de tierra fértil y materia orgánica traída desde Frank País.
Según Ariel Guzmán, jefe de la granja urbana en Moa, los seis organopónicos que producen vegetales no satisfacen la demanda para los 72 mil habitantes del municipio. Para poner un ejemplo, diariamente se necesitan 450 quintales pero solo se alcanza la cifra de 530 en el mes. Motivo mas que suficiente para apostar con más fuerza por el movimiento de parcelas y patios, sobre todo, si se pretende cumplir el plan previsto para el 2007, el cual asciende a 17 mil 700 quintales.
Radicado en el reparto Las Coloradas, el organopónico “El Nin”, es uno de los vanguardias en las verduras. A los ojos de un visitante, se descubre media hectárea con hileras de canteros alineados, rectángulos de 23 metros de largo por uno de ancho y alto, en los que se introduce la materia orgánica y el riego localizado, resultante de excelentes rendimientos.
Siete trabajadores, entre ellos dos mujeres, se vinculan a 16 canteros donde se cosechan habichuela, lechuga, col china, ajo, cebolla, tomate, espinaca y otras de elevados componentes nutritivos y proteícos. Sin dudas, la especialización de los productores no solo se revierte en mejor atención, conocimiento y destreza, sino que también aumenta la remuneración que depende de la calidad de su trabajo.
Mensualmente se destinan 80 quintales cosechados aquí, a centros asistenciales, hogares maternos, círculos infantiles y en menor cuantía, a los mercados agropecuarios estatales. Por sus resultados sobresalientes, “El Nin” fue nombrado referencia nacional el año que concluyó, distinción que aspiran a mantener cuando finalice el 2007.
De esta forma, la agricultura orgánica, como también se le nombra, contribuye a darle variedad y sabor a la canasta familiar, compitiendo en factibilidad con la forma de producción tradicional. Su empleo eficiente obtiene mayores rendimientos con menos extensión de terreno, mientras descentraliza los cultivos y produce visible ahorro en transportación y fuerza de trabajo.

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